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Juegos de antipatriotas, una columna de Sergio Reyes Tapia

Por Sergio Reyes Tapia / Periodista / Editor general de prensa Radio Nuevo Mundo / Magíster en Comunicaciones y Políticas Públicas Ph. D. Comunicaciones.

La falta de políticas públicas del gobierno, y la incapacidad de casi todos los ministros de Piñera para ordenar las prioridades y cómo expresarlas a la ciudadanía, ha llevado a que el mandatario ofrezca entrevistas a medios de comunicación para manifestar en persona un sentido común que muestre las supuestas facultades de su gobierno, y de esta forma ordenar a sus huestes.

Lo anterior, a pesar que el mandatario reconoce que si él no hace uso de la comunicación en forma correcta, corre el riesgo de ser un insubordinado de su propio poder materializado como torpeza.

Piñera ha decidido ser el líder de su régimen y ha tratado de conjugar y llevar a cabo, en la última entrevista con el diario El Mercurio del domingo 2 de septiembre, la división del mundo político de oposición, y resaltar las miradas opuestas.

La división de la oposición que pretende Piñera, y que se destaca en El Mercurio, no es más que la instalación de conceptos movilizadores e ideas fuerza de la derecha que hacen presente a la población la dominación del mandatario por sobre los otros, y que se fundamenta, a entender del gobernante, en el porcentaje que obtuvo en su elección.

Piñera exige en aquella entrevista la subordinación de la oposición, o de lo contrario la destrucción de aquella llamándoles “antipatriotas”. Recordemos que Pinochet en su delirio catalogó a los “extremistas” de “antipatriotas”, doble exclusión conceptual a los luchadores sociales por si había dudas. Piñera se compara con la patria, al igual que Pinochet; es una especie de redención hecha padre y madre a la vez; fuera de él la nada.

Por tanto, las entrevistas que está dando Piñera son diseños políticos de creación de referentes conceptuales, y al instalarse esos referentes en el imaginario colectivo, la población los acepta y confía en las reglas del juego creadas por el propio régimen, por tanto, si Piñera es el patriota, los demás que se revienten.

Es muy grave el discurso del mandatario entregado a los medios de comunicación porque incluso es opuesto a la democracia que se permite las miradas distintas. Piñera y su gobierno tiene por tanto una incapacidad de revelar una oposición en los interlocutores levantando una cultura de la polémica.

El menosprecio y la difamación que hace en persona Piñera está pensada como una estrategia política-comunicacional que busca que el adversario se auto destruya, y al mismo tiempo, al acusarles de antipatriota, los registra como un oponente político sólo en tanto cenizas. Por eso es grave, porque se acerca a los discursos tiránicos.

Gregory Bateson, en “Pasos hacia una ecología de la mente”, nos alerta de personajes que en sus discursos chorrea este tipo de delirios, y nos advierte para que, ante este tipo de dignatarios, se busquen métodos para detener la “esquismo-génesis”, es decir, la creación de división.

Los relatos de los “antipatriotas” que nos recrea Piñera son argumentos que se explican sólo si son mirados como configuradores de la realidad, y al mismo tiempo, conformadores de sentido común.

El gobierno lo que está haciendo es posesionarse, tomar fuerzas y delantera, pero bajo ningún punto de vista la administración de la derecha hace agua o está pidiendo ayuda; el gobierno tiene todo el poder y la fuerza comunicacional para llevar a cabo la esquismo-génesis, y sin que nadie le salga al paso.

Esta presencia de colonización de lo conceptual que lleva el gobierno en su política comunicacional, tendrá éxito en el primer escalón del dominio en la medida que se viralice o se repita en diferentes instancias comunicacionales, en este sentido, creemos que el gobierno volverá con este tipo de conceptos descalificadores que personalizan la información en base al storytelling, y que llevan al plano de la ceniza al adversario político.

En ese, relatarnos la historia, (storytelling) Piñera recuerda a la izquierda que sus observaciones le permiten afirmar que: “la izquierda tiene algunos síntomas de tropezar nuevamente con la misma piedra”. ¿Esto es acaso una advertencia del gobierno para que la izquierda se vaya con cuidado, porque de lo contrario, ya saben lo que les pasará? Y Piñera lo justifica: serán sólo reconocidos en tanto cenizas.

Lamentablemente Piñera y su gobierno nada dice aún de la contaminación y el polvo en suspensión en Quintero, en Puchuncaví, ni Antofagasta; de los negocios de la empresa contaminante Oxiquim, y de los abuelos que llevan a sus nietos al colegio, a pesar de la lenta muerte a la que han sido condenados.

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